lunes, 12 de marzo de 2007

Santa Ana fragmentada



Santa Ana me parece una ciudad señorial, aunque he de confesar que solo la he visto superficialmente.
La tarde del domingo me fui a verle el rostro y la encontré muy bella.

El teatro de Santa Ana me robó el aliento. El último recuerdo que tenía de esta casa era lúgubre. Aún tengo fresca la imagen de su pila acústica. No sé si aún existe. El domingo no pude entrar a este bello edificio color pistacho, con relieves restaurados y delicadamente pintados.

La parte posterior del palacio municipal me pareció que nada tenía que envidiar a alguna bella mansión colonial en el caribe –palmeras bajo un cielo azul decorado con caprichosas y esponjosas nubes-. El piso de madera del interior del Palacio Municipal ha sido el detalle más recomendado a mi viaje a la Ciudad Morena. Sin embargo no pude apreciar aquellos finos detalles.

He de confesar que a mi edad nunca había visitado la catedral de Santa Ana, que en 2005 cumplió 100 años de su construcción. La conocía sólo por fotografías y postales. Siempre tuve la impresión que tenía un atrio amplísimo. En efecto tiene un extenso espacio, mas me lo imaginaba aun más generoso. Al cruzar la puerta principal me asombraron sus arcos, su infinito pasillo cnetral y los ricos detalles de las puertas y fachadas laterales. El altar, sin embargo, me desencantó un poco. Me pareció que desmerita aquella monumental construcción.

Me llamó muchísimo la atención, a la vez me alegró, que la municipalidad ha despejado todo tráfico vehicular en las inmediaciones del circuito histórico. Los peatones pueden caminar tranquilamente. Las ventas callejeras también han sido aisladas de esa zona. Me pareció que estaba en otro país (acaso en las cercanías de la residencia de Ruben Blades en Panamá).


Cabe destacar que la ciudad está libre de grafitti, el problema de la basura no es tan caótico. Se pude pasear tranquilamente y disfrutar de la arquitectura de la ciudad. En los buses una puede subir sin la paranoia delincuencial capitalina. En fin, Santa Ana es mi ciudad consentida y me gusta cómo me quedaron las fotos (lástima que para subirlas Blogger se tarda una galaxia).


P.D.: Gracias a mi querido anfitrión Óscar Alabí por acompañarme en esta bella ciudad. (Estimado Oscar: en serio, nuestra gigantesca toalla hilasal, digo catedral, no se compara con tu imponente edificio eclesial, creo, bueno, no sé a qué estilo pertenece, Elena Salamanca les puede dar una cátedra al respecto).

1 comentario:

blah dijo...

Es bonito Santa Ana..te recomiendo hablar con la gente de Apalculsa. Lastimosamente ya no sé quien esta a cargo...te lo dejo de tarea!

Saludos!