lunes, 25 de junio de 2007

Hace un año...


Hace un año el doctor Néstor Ayala Gómez cruzó el Océano Atlántico. Se afincó en España. Aunque su figura corpórea levitaba con su bata blanca en el madrileño Hospital de La Paz, muy cerca de un templo futbolero, su corazón todavía latía en San Salvador. Pensaba en sus dos bebes: un risueño colocho y una bebé que acaba de cumplir un año. A lo largo de 300 días recibía noticias de los pacientes que había dejado en el programa de nefrología del Hospital Rosales. Murió fulano. Sutano está mal. Mengano no tiene dinero para viajar en bus al hospital. Uno a uno fueron muriendo. Uno que otro se ha colado de la morge. Mientras tanto Nestor seguía deslizándose entre avanzadísimas técnicas e instrumentales médicos de última generación.

Ya transcurrieron más de 360 días. El doctor regresa pronto. Ya sólo faltan tres días.

Encontrará a la bisabuela postrada en una silla de ruedas -siempre terca y con las ideas más alborotadas por la senilidad-; una suegra más delgada y cansada; una esposa ansiosa y con deseos de recuperar ese tiempo perdido; una familia orgullosa de sus créditos académicos.

En la maleta trae obsequios, suvenires, recuerdos y, sobretodo, esperanza. Ojalá su cargamento de esperanza se cristalice, se afiance en la tierra, que sus hojas se abran, desprendan polen y su follaje crezca alto, muy alto.

Néstor: ¡bienvenido a casa!

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