Quieta, muy quieta, tanto como si en lugar de video se tratara de una toma a una vieja fotografía. Quizá más bien la imagen de una persona muerta, muerta en vida. Ingrid Betancourt, la ex candidata presidencial colombiana, con más de 2 mil días de cautiverio luce ausente -como una triste mona lisa-, demacrada y en extrema delgadez.
Su cabello da cuenta del confinamiento al que ha estado sometida. Más de medio metro de cabello de cabello dan cuenta de los cinco años y medio sin ver una tijera, a su madre y a sus hijos. Me llama la atención sus ojos, perdidos, sin parpadear. No moverse más allá de un milimétrico balancín, ni parpadear por 30 segundos, tal como aparece en el vídeo incautado esta semana por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Dejar de parpadear y no moverse en 30 segundos es algo difícil en la urbe. Tomé el cronómetro de mi teléfono celular y les pedí a dos de mis colegas –Fernando Romero y César “El Brauni” Castro- que emularan esa posición. A Fernando, a los siete segundos, las glándulas lagrimales comenzaron a hacerle reclamos. A César le resultó un poco incómodo el ejercicio, más no imposible. En fin, las imágenes son una pequeña muestra de la destrucción interna que lleva esta colombiana. ¡Fuerza, Betancourt!
1 comentario:
Aca también ha sido un boom, las imagenes de Betancourt, completamente demacrada,la familia exige que la liberen de inmediato, veremos que pasa?
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