jueves, 3 de mayo de 2007

De periodista a pescadora

Este año me tomé tres semanas de vacaciones. Las disfruté mucho.

El cierre vacacional lo hice en la Playa El Tamarindo (La Unión). Me acompañó Ruth Melany Cruz. Manejé hasta allá. Nunca había manejado tanto. Pero no me resultó tan cansino.

En una gasolinera en el desvío al Bajo Lempa tomamos un almuerzo. Nos apoderamos de un pedazo de jardín y montamos nuestro picnic, con mi infaltable petate.

Luego paramos en el Río Grande de San Miguel a tomar fotos. Cerca de El Tamarindo encontramos un predio precioso. Era un bosque caducifolio. El lugar era una escenario perfecto par algún video romántico. Millones de hojas naranja esparcidas en el suelo y aquellos árboles despojados de sus hojas.

Luego nos fuimos a Playa El Tamarindo. Una familia nos dio espacio para quedarnos cerca del Bosque Salado de El Tamarindo. Ahí me dio por pescar. No lo hacía desde hacía una década. La última vez que pesqué artesanalmente fue en Puerto La Libertad. Pero en El Tamarindo capturé tres ejemplares. Jiji. Acá la evidencia.



2 comentarios:

El antropólogo inocente dijo...

pobres pescados! quizas una vez tiré un anzuelo, tenía unos 14 años, pero no soporte ver ahogarse al pobre animal y lo regresé al agua. La pesca me da una sensación horrible, ver fallecer lentamente al animalito frente a mi, a diferencia de otras formas de matar para comer (con un hachazo en el caso de un chumpe o el tronarle el buche a una gallina) creo que la pesca es terrible.. Excepto quizás al limoncito que le cae a las conchas cuando preparamos un coctelito (pero ahi no lo reparo, doble moral!)

Camila Calles dijo...

Blanch babar!!!...que bien, esas actividades extra curriculares te ayudan a pensar en otras cosas....y qué hicistes con los peces, los cocinaste vos????????????????????