La actividad fue sobradamente ecléctica. Durante el recorrido vimos desde fvacas con listones rosas, fieras de un circo extranjero (algunos de los animales nacieron en territorio salvadoreño, según el perifoneador); una competencia canina (quedé prendida
También había espacio para el shopping. En el pabellón de colombia fui presa de un collar de tagua (marfil vegetal amazónico, según Elena Salmanca y el vendedor) y dos preciosos aretes de un dólar. En otro pasillo compré una sábada rosada tejida en San Esteban (San Vicente) por ocho dólares. Me quedé con la ganas de comprar una azulìsima blusa de añil, pero para otra será.
Esta entrada ha sido escrita un poco sobresaltada, quizá es la ansiedad. Esperen la segunda parte.
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